CUARENTA Leguas por Cantabria

La maestría de Ángel Luis Aldai

Esta vez la inspiración, el entusiasmo que lo llevó a emprender una aventura de cuarenta leguas le vino a Ángel Luis de la mano de don Benito porque, cuando lee “Cuarenta leguas por Cantabria”, sabe, sin lugar a dudas, que quiere hacer el mismo recorrido que hizo Pérez Galdós en 1876 reflejado en su libro. Es importante considerar que la aventura que se plantea un artista es una forma de abandono; a priori no hay un objetivo tan preciso como pueda tenerlo el que quiere alcanzar una meta posible; sin objeto, el artista es asaltado por un misterioso impulso que mueve al acto de crear, al acontecer creativo.

Hay distintas formas de fotografía y una posible para este caminar por Cantabria pudo ser la fotografía que describe y documenta, sin embargo, al ver el resultado tenemos la más que grata sorpresa de cómo Aldai, sin dejar de aportar información de los lugares que recorre, lo hace con fotografías, tan llenas de sensibilidad y calidad poética, que nos hacen saber y sentir “ese algo” misterioso de la realidad. Así su aventura de cuarenta leguas por esas tierras del norte peninsular nos atrapa y nos pone, además, ante una colección de fotografías de alto interés.

Su maestría en el arte de encuadrar, su perfecta elección de las distancias focales de los objetivos que elige para cada toma y su tratamiento del color, hacen de la experiencia de recorrer con él, de recorrer con sus fotografías los lugares a los que se refirió Pérez Galdós en su libro, algo extraordinariamente hermoso y profundo.

Ángel Luis nos conmueve con su interpretación del paisaje o con el detalle de una reja que nos hace saber de la “Iglesia de San Roque” y con los caminos que nos sugieren infinitud y, misteriosamente, también cercanía como en la pieza “Punta del Dichoso”.

La realidad que, rendido ante ella, nos muestra Ángel Luis, nos mueve, a los que contemplamos su obra, a un sentimiento de comunión con ese acierto de su mirada que lo llevó a encuadrar aquello que significa, que significa más que describe, esa es su gran virtud… Piedras talladas conformando un arco cegado con mampostería junto al verdor de plantas capaces de crecer en la grietas del muro, eso, fotografiado por él, como en “Torre de los Velarde”, nos sitúa ante la obra de alguien que se trasciende y que, de la anécdota de la Historia, hace arte; su obra promueve así interés y gozo en quien la contempla.

Alejandro Togores

Miembro de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión.

Mis cuarenta leguas por Cantabria

En verano del 2015, con motivo de mi estancia en Berlín, leí por primera vez el libro “Memorias de un desmemoriado” de Benito Pérez Galdós.

Este libro nos permite leer a un Galdós diferente, extraordinario viajero, gran narrador visual, creativo, tremendamente descriptivo, con una íntima relación entre sus textos y la imagen acrecentada por su inclinación hacia el dibujo y la pintura desde muy joven.

Sus viajes por Europa fueron muy numerosos en compañía de su familia o amigos íntimos, con el deseo de conocer culturas diferentes a la española, el arte foráneo, establecer contacto con mundos ajenos al suyo, recorrieron los principales países europeos, Francia, Inglaterra, Italia, Portugal, Dinamarca, Suiza, Alemania… estos viajes quedan reflejados en numerosos artículos y posteriormente en su libro “Memorias de un desmemoriado”.

Pero el viaje inspirador del libro que hoy se presenta aquí, son los textos de «Cuarenta Leguas por Cantabria», con una prosa excepcional de tono impresionista, Galdós reflejó en su cuaderno de viaje, sus emociones, las sensaciones del viajero, su percepción de los lugares, las gentes y las ideas que surgieron desde la visión de la arquitectura y el paisaje.

A finales del verano de 1876, en la primera semana de septiembre, Benito Pérez Galdós realizó este viaje literario por Cantabria en el coche de caballos de su gran amigo José María Pereda, acompañados ambos escritores por el también amigo y comerciante santanderino Andrés Crespo Quintana. Partiendo de Santander recorrieron Santillana del Mar, Alfoz de Loredo, Comillas, San Vicente de la Barquera, Las Tinas, San Pedro de las Baheras, Panes, las Gargantas, La Hermida, Potes, llegando al Monasterio de Santo Toribio de Liébana a los pies de los Picos de Europa. Iniciando el viaje de regreso atravesando Treceño, Cabezón de la Sal, Periédo, Barcenaciones, Quijas y otros amenos lugares del occidente cántabro.

Con esta edición del libro “Cuarenta Leguas por Cantabria” he tratado de seguir la huella, el aura y recrear paso a paso, los episodios de aquel viaje del grandísimo desmemoriado que fue Galdós y fotografiar los mismos escenarios que el escritor describió magistralmente, estableciendo un diálogo entre la palabra y la imagen, entra la literatura y la fotografía.

Como nos dice Yolanda en su prólogo, Galdós creía firmemente que su obra amparada por el dibujo (hoy fotografía sin duda alguna) puede alcanzar extraordinario realce y adquirir encantos que nunca se hallarían en una simple lectura.

Ángel L. Aldai

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